Latinópolis

La Ciudad
Gigante antiguo de hierro y cemento
Clavado como un silicio por invasores antiguos
En el lejano ocaso de los vencidos
en el pasado sin limites
La espada domadora
El golem civilizador
de la tierra Americana

La Voraz
seis millones de almas sus intestinos
que bufan,
que crecen,
que queman,
que mojan,
que se ahogan.

La Perezosa
titánica, lenta,
que se duerme un poco cada noche
la ciudad con sus flamas cansadas.

La Urbe que Despierta
Deslumbrada
por un sol frio
que merodea por las nubes grisaceas de la ciudad
que se alejan, con la brisa, por esas veredas infinitas

Las cosas
los cien mil rostros
ese perro
que mordisquea algo a media cuadra
el pajaro
que se posa en la vereda humeda, por un momento
los arboles que respiran en sus islas de tierra
el concreto y sus largas sombras chinescas
sobre el pavimento asoleado.

La sangre de la ciudad
Las largas filas de personas con sus ropas de semana
metiendose en los buses y trenes
Despertando la ciudad

Ellos
Son otros los Dioses
Son otros los Templos
Son otros los emperadores
Son otras las Profecias
El Sol es siempre el mismo
Ahí estan Ellos
La Sangre
Su Sangre
Regando el suelo de la América Indómita
Una vez más.

2 comentarios:

Jon Nieve dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Jon Nieve dijo...

*Camila suelta un bufido*

Hermoso dialogo interior muy lleno de profundidades rocosas que denotan (increiblemente) la brillante capacidad de su autor para blaaaaa blaaaaaaa blaaaa

en el fondo, muchacho, te lo pongo así: two beer or not two beer, thats the cuestion.
el resto... puras hueás.

me gustó mucho sólo que de pronto extrañé al felipe de hace cuatro años, màs gritòn, màs risueño, màs divertido, más sincero, màs cabro chico, menos inteliente. MENOS CULTO.

=)