Maynard y Richter

 

Una gruesa y helada capa de polvo cubria Santiago despues del terremoto. La bruma de tierra y escombros flotaba sobre los postes apagados del alumbrado público. 

Sin embargo habia luz; iluminando la noche y los gritos, las luces de las azoteas pincelaban con una fantasmagoria rojiza la catástrofe, solo el sistema de emergencia avisaba a los aviones que se mantuvieran lejos de la ciudad devastada. El único estertor de la ciudad en ruinas, un "no se acerquen" como el de esos perros callejeros que, viejos y heridos, se van a morir alli donde nadie los encuentre. 


Es probable que los pilotos que en ese momento volaban sobre Santiago pudieran observar como en cosa de minutos la ciudad llena de colores y luces se transformaba en una gran masa de tierra con muchos ojos rojizos, un esperpento de ficciòn del que era mejor alejarse.


Quizàs esa uniformidad solo fuera rota por las sirenas azulinas de los bomberos que. como centellas, pasaban zumbando por las avenidas. Quizàs se vieran como relampagos en la tormenta, quizàs no.


En el pasillo del departamento estabamos sentados en el suelo mientras las replicas seguian doblando el octavo piso y yo apuraba una botella de cerveza y buscaba con que encender un cigarrilo... Las catàstrofes nunca llegan en buen momento; en el telèfono no habia como sintonizar radio, un disco de Maynard Ferguson se repetia una y otra vez mientras volutas de humo se coloreaban con la luz anaranjada del telefono celular.


Quizàs fue a la tercera o la cuarta vuelta cuando la réplica se detuvo. Entonces decidimos bajar con un montòn de gasa y alcohol a ver si habia algo por hacer, reacciones casi infantiles para bajar a la calle guiados por las luces ondulantes de la visualizaciòn del Celular-Walkman que nos iba indicando los peldaños negros de las escaleras de emergencia.


Cuando finalmente bajamos a la calle Maynard Ferguson ya no se repetia, la botellita de cerveza que tenia en la mano se habia acabado, en la calle todo era bruma de escombros y rostros aturdidos, creo que los verdaderos terremotos empiezan cuando se termina el primer sismo.