Como ya no había salsa verde para poder soltar una lagrima, bebí un largo trago por todos esos locales inmemoriales, sus completos con la mayo mas amarilla y mas profunda, con los cafés bien negros y amargos.
En un silencio distopico miré el food garden y bebí también por todas las fuentes de soda aquellas, las que a cada salchicha transnacional se iban haciendo obsoletas con sus esperas tan propias, con sus condimentos macerados en la risa de lo autentico y en todos esos tiempos secretos donde el pan se tostaba por un par de minutos para que quedara crujiente... Variante que siempre fue inexplicable a los apóstoles del neo-liberalismo, todos ellos devoradores de aburridas hamburguesas de uniforme.
NOTICIERO DE JAZZ: OCTUBRE 2023 (I)
Hace 1 año
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