Casa Forte



Esta versión de Casa Forte le da sabor a practicamente cualquier cosa, inclusive más que lo que hacen las tormentas eléctricas con esas princesas a las que se les ocurre escaparse del castillo de su padrastro a caballo.

De hecho el tema es tan sabroso que hasta hace empequeñecer a los guardias palaciegos que eventualmente la empiezan a persiguir galopando a través de la noche tempestuosa.

El tema toma un cariz tan sublimante que comienza a sonar mas fuerte que el mismo cuento de hadas, y de a poco el galante aventurero que esperaba salvar a la princesa se vuelve mas y mas de sombra.

En las ramas las lechuzas ululan debilmente, mientras el tema deja de ser audible solo para el lector, e incluso en la torre del castillo el malvado padrastro comprueba que algo no anda bien.

El tema es tan maravilloso, que ya no hay lugar para una princesa escapando.

"He escapado a la muerte" Piensa el malvado padrastro, mientras ve que el arquetipo se rompe bajo el ritmo de la melodia... Y en la campiña las flechas del galan se transforman debilmente en un rayo de luz violeta que surca las brisas tormentosas, cada vez mas aromaticas y dulzonas.

En realidad, la canción es tan sabrosa que se mete en tus oidos.

La princesa empieza a olvidar lentamente el porque está cabalgando, hasta que suavemente ya no hay caballo y en su lugar una callecita angosta va empedrada, llena de ventanas abiertas con pañuelos coloridos, solo llena de los ojos que miran al mar turquesa.

En la torre el Padrastro observa aterrado como los arquetipos se desvanecen dando lugar a una nada que moldea la música. El viejo ve como su sombra se hace tenue, como empieza a olvidarse de donde está, bajo el embriagante ritmo de la música que ya suena mas intensa que los truenos, asi hasta que el ritmo de la música se le mete en el alma y ya no hay ni mantos ni cetros, ya no hay princesas, ni castillos, y todo es un Fiat serpenteando por una calle al ritmo del bossa nova, todo es una lata de coca cola antigua, todo es un bigote y una camisa blanca de lino...

Úna canción realmente buena

El ritmo de la playa Brazileña, el sonido de las olas, la alegria de un coco lleno de jugo helado, de enamoramiento, del sabor dulzón de Rio, de las calles llenas de vida de los sesenta, de la música que transporta, que enamora el alma, que hace palidecer todo, absolutamente todo...

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